“El te librará del lazo del cazador“, porque a diario pareciera que hubieran  persecuciones contra nosotros, incluso nuestra propio alma pareciera que se vuelve subversiva en contra de nosotros, aparece el doble ánimo llevándonos a jaulas espirituales. La tentación por comer del “fruto prohibido” nuevamente aparece en escena, “Seréis como dioses”, y el lazo de la mentira nos intenta meter  en el calabozo de la soberbia, pero entonces, bajo unas alas inmensas de bondad, la sustancia misma  de la Misericordia nos ayuda a resistir en el cruce del camino, optar por la  senda de sencillo transitar pero de engañoso parecer o el que no es “color de rosa” pero que nos conduce al valle de verdes pastos y de los manantiales vivientes,  y  escogiendo con seguridad el último, obtenemos de modo gratificante la aprobación DEL QUE EXTIENDE SU SOMBRA protectora, por haber confiado en Su diestra poderosa que corta las ataduras más fuertes y que nos libra de ser apresados de nuevo.
“El te librará de la peste destructora”, porque quién ha decido refugiarse en la Esperanza y Vida obtiene de modo gratuito la Sanidad y la Invulnerabilidad frente al mal, impermeables a  la calamidad. Y de pronto cuando pareciera que la enfermedad cubre la faz de la tierra, aparece la señal redentora de Cristo como una serpiente de bronce levantada en el desierto, erigida por medio de las  oraciones y el clamor de los humildes y quebrantados de corazón.
Son tiempos duros, pero posibles de resistir, mientras tus amigos no lo sepan, no conozcan el refugio de la  raza humana, no te asombre si la desgracia, la muerte repentina les asola,  aflige  tu alma con el clamor desesperado, vístete por un momento de cenizas, renuncia a tu vanidad, a tu argumento de teología, has un alto en tus contiendas con molinos de vientos, vuelvete al Altísimo y alcanza con la seña de esperanza  a los que más puedas, porque lo dicen  el eco de montañas lejanas,   el sordo sonido de las olas tormentosas, y la tierra temblorosa que clama: Cristo Viene.
Sal. 91