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sábado, 19 de noviembre de 2011

Las sectas del fin del mundo

LAS SECTAS FORMADAS ALREDEDOR DE PROMESAS DEL FIN DEL MUNDO NO BASADAS EN LA BIBLIA Y LOS FALSOS PROFETAS QUE ÚLTIMAMENTE ABUNDAN, NO SON MÁS QUE OTRO INSTRUMENTO EN LAS MANOS DEL DIABLO

"Jesús le contestó: --Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre. Si ustedes me conocen a mí, también conocerán a mi Padre; y ya lo conocen desde ahora, pues lo han estado viendo. Felipe le dijo entonces: --Señor, déjanos ver al Padre, y con eso nos basta. Jesús le contestó: --Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿porqué me pides que les deje ver al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las cosas que les digo, no las digo por mi propia cuenta. El Padre, que vive en mí, es el que hace sus propias obras. Créanme que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; sino, crean al menos por las obras mismas. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy a donde está el Padre. Y todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré, para que por el Hijo se muestre la gloria del Padre. Yo haré cualquier cosa que en mi nombre ustedes me pidan." Juan 14:6-14




Guillermo Gazanini Espinoza / Voces Católicas. 16 de noviembre.- En 1997, el cometa Hale-Bopp cruzó los cielos del hemisferio norte haciendo de éste un acontecimiento celestial espectacular, asombroso, que hizo levantar nuestras vistas al cielo y contemplar al visitante del cosmos; lo admiramos y pensamos en la maravilla de la Creación reflexionado sobre nuestra pequeñez y lugar en el universo.



Sin embargo, otros han tomado los eventos cósmicos como presagios funestos, portadores de noticias terribles. El 2012 es un año donde se presagia el fin del mundo o el cambio hacia una nueva era profetizada, supuestamente, por las culturas prehispánicas. El anuncio del fin viene del cielo cuando cometas, eclipses y fenómenos astronómicos “ordenan” poner fin a la vida de seguidores y adeptos para alcanzar un nivel superior. El 22 de marzo de 1997, los seguidores de la secta milenarista apocalíptica Heaven´s Gate, Puerta del Cielo, en San Diego, California, se suicidaron siguiendo un extraño rito por órdenes del líder, Marshall Applewhite, quien advirtió de la presencia de una gran nave extraterrestre escondida detrás del cometa Hale-Bopp. El impresionante OVNI recogería a los adeptos para llevarlos a otro nivel, a un estadio superior de vida. Para realizar el viaje, era necesario despojarse del cuerpo, de los contenedores, según Applewhite, que impedían el viaje plenamente al OVNI. Todos los miembros de la secta, sin el menor remordimiento ni cuestionamientos morales, tomaron sus vidas administrándose fenobarbital, una droga sedante cuya sobredosis puede provocar un shock que deriva en la muerte. Treinta y nueve personas perdieron la vida.

La tragedia de la Puerta del Cielo nos mueve a una reflexión seria particularmente por los tiempos que vivimos, la cercanía del 2012 como año del fin del mundo. Estos cultos no son nuevos, aunque los eventos conocidos sí son graves. El 2012 ha suscitado toda una cultura provocando la aparición de los falsos profetas que asustan a la gente porque Dios o las divinidades habrán de destruir todo este inicuo sistema. Los eventos celestiales, en otros casos, hacen gritar a los agoreros que los acontecimientos apocalípticos están registrados en las escrituras, anuncian el arrepentimiento para que la humanidad se convierta y deje las religiones falsas.

Los cultos que proclaman el fin del mundo aparecen, en algún tiempo proliferan y desaparecen, en otros se establecen generando grandes imperios acusados, en ocasiones, por los gobiernos nacionales por ser responsables de graves ilícitos; otros más, han anunciado fechas del fin sin haber prosperado.

Los testigos de Jehová son un ejemplo. Desde su fundación en 1879, cuando Charles Taze Russell creó la Sociedad de estudiantes de la Biblia, posteriormente la Watchtower, anunció el fin inminente del inicuo sistema de cosas. Russell realizó diversos cálculos que arrojaron que el apocalipsis llegaría en 1914; sin embargo, seguimos aquí.

Los adventistas del séptimo día, desde 1843, han fijado fechas diversas del fin: 21 de marzo de 1843; 18 de abril y 22 de octubre de 1844; en 1854 y 1873. Ninguna fecha resultó; no obstante, algunos sectores más radicales del adventismo venían preparando a sus adeptos en campamentos para resistir a los acontecimientos y ser de los elegidos que sobrevivieran al apocalipsis.



En 1993, en Rancho Carmelo de Waco, Texas, David Koresh, el mesías, inmoló a noventa y un vidas purificándolos por el fuego; en 1978, novecientos once seguidores del Templo del Pueblo, cuyo líder era el reverendo James Jones, se quitan la vida por órdenes expresas del gurú y en 1994, Luc Jouret, ante la inminencia del armagedón, pone fin a la existencia de 52 templarios en Canadá.

¿Por qué los falsos mesías han repercutido? Nuestras sociedades quieren y necesitan creer en algo, por lo tanto, los cultos apocalípticos ofrecen ese atractivo mensaje esotérico y milenarista aprovechándose de los tiempos confusos que vivimos. Otra circunstancia es la eficacia evangelizadora de las iglesias históricas. En ocasiones la labor pastoral se resume en actos cultuales sin implicación y compromiso personal del creyente. El antitestimonio de quienes pertenecen a las iglesias, laicos y clérigos, lesionan gravemente la fe de los sujetos que necesitan creer y, no al último, impera la apatía responsable de que la experiencia de la fe se resuma en el cumplimiento anual de los rituales cuaresmales o de navidad. Esa escasa preparación es un fermento para la aparición de los pseudoprofetas del fin del mundo, valiéndose de la mediocre formación que se queda, en la gran mayoría, sólo en la etapa de la primera comunión.

Los tiempos que vivimos son extraños. Estos gurús del fin atemorizan y siembran la duda ante la inminencia de las grandes tribulaciones. Dios nos ha dado un mensaje de salvación, de liberación que conduce a la verdad. Cuando una secta, agrupación o movimiento religioso se dedican a atemorizar, es claro que no es una religión que lleva a Dios que es amor (1Jn 4, 16), sino un culto del miedo que desliga del Todopoderoso y del amor al prójimo.

Buscan señales en el cielo, eclipses, cometas, luces o fenómenos fuera de nuestra comprensión; son signos de que el fin del mundo está a la puerta, es inevitable. Y ciertamente llega para ellos: lo adelantan quitándose la vida.